martes, 26 de julio de 2011

Bases del Concurso de Fanfics y Fanarts





In Memoriam: Harry Potter, la saga.

Centro Cultural Egaris, en conjunto con la I. Municipalidad de Rancagua, invitan a todos los miembros de las comunidades pottéricas de Chile a participar en este concurso de fanfics y fanarts, organizado con la finalidad de rememorar todos estos años junto al universo creado por J.K Rowling.

En un momento tan triste como el final de las películas (¡nunca el final de Harry Potter!) invitamos a todas las comunidades a unirnos como fans chilenos y celebrarlo a través de este concurso.

Finalmente, además de elegir y premiar a las tres mejores obras en cada categoría, se elegirá una selección más amplia de obras para ser publicadas en una pequeña edición, la cual comenzará a ser distribuida durante la El día de la Juventud, y podrá ser despachada a todas las regiones, a requerimiento de las comunidades. Todo ello In Memorian a Harry Potter.


1. ¿Quiénes pueden participar?

Cualquier fans de Harry Potter que desee hacerlo, que sea chileno o viva actualmente en alguna ciudad de Chile.

2. Categorías:

El concurso consta de dos categorías totalmente independiente entre ellas: fanfics y fanarts.

Cada participante podrá enviar cómo máximo una obra en cada categoría (es decir, un total de dos obras). La circunstancia de ser ganador en una categoría no obsta a serlo en la otra.

3. Formalidades y Vía de Entrega:

Las obras deberán ser enviadas al mail hogwarts.rancagua@gmail.com adjuntando el archivo word con el fanfic o la foto del fanart. En el mail se deben señalar los siguientes datos: Nombre del participante, edad, ciudad en la que vive, comunidad a la que pertenece (si es el caso), título de la/s obra/s concursante/s, correo electrónico de contacto.



En cuanto a los fanfics, éstos deberán tener una extensión no superior a 4 carillas. Deberán poseer un título y ser firmados con un pseudónimo, además de ser entregados en formato Word, cumpliendo con las siguientes formalidades: letra Times New Roman o Garamond, tamaño 12, interlineado simple, márgenes izquierdo y derecho 3 cm, márgenes superior e inferior 2,5 cm, hoja tamaño carta.


En cuanto a los fanarts, éstos podrán tener la extensión correspondiente a una hoja carta, oficio, block tamaño chico o médium. La técnica a utilizar queda a opción del autor. 

4. Plazo de Entrega:

Todas las obras deberán ser entregadas antes de las 23.59 horas del día 10 de Agosto de 2011.

5. Tema:

Todas las obras deberán enmarcarse en la siguiente temática: Los Merodeadores y sus años en Hogwarts.

6. Ganadores:

En cada categoría se premiarán los 3 primeros lugares. Además, se elaborará una selección más amplia para formar una edición del concurso a publicarse durante El Día de la Juventud, titulada In Memoriam: Harry Potter, la saga. Dicha publicación podrá ser distribuida a regiones, a requerimiento de las comunidades y/o concursantes.

7. Resultados:

Los resultados serán dados a conocer durante la celebración del Día de la Juventud, a realizarse en la ciudad de Rancagua el día Sábado 13 de Agosto del presente año. Además, se informará vía mail y se publicará en el blog de CC Egaris aquel mismo día la nómina oficial con los ganadores y las obras seleccionadas para la publicación.

8. Requisitos de cada categoría:

Categoría Fanfics.

¿Qué es un fanfic?

Fanfiction (literalmente “ficción de fans),  a menudo abreviado fanfic o simplemente fic, son relatos de ficción escritos por fans de una película, novela, programa de televisión o cualquier otro trabajo literario o dramático. En estos relatos se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original y se desarrollan nuevas situaciones para estos personajes.  

Criterios a evaluar:

Redacción – Ortografía – Vocabulario – Gramática – Creatividad –
Respeto al cannon – Personajes IC – Relación con la temática – Título del Fanfic.


Cada criterio será evaluado con un puntaje de 1 a 10. La obras que más puntaje obtengan sobre el total de 80 puntos, serán las ganadoras, en orden correlativo.

Los fanfics, deberán tener una extensión no superior a 4 carillas. Deberán poseer un título y ser firmados con un pseudónimo, además de ser entregados en formato Word, cumpliendo con las siguientes formalidades: letra Times New Roman o Garamond, tamaño 12, interlineado simple, márgenes izquierdo y derecho 3 cm, márgenes superior e inferior 2,5 cm, hoja tamaño carta.

Categoría Fanarts.

¿Qué es un fanart?

Un fanart o fan art es un concepto proveniente del inglés comúnmente usado para denominar aquellas obras de arte, principalmente visuales, que están basadas en personajes, situaciones, épocas, vestuarios u otros que el artista (el aficionado) toma de universos previamente creados por un tercero.

Algunas personas usan el término fanart para cualquier arte hecho adoptando cierto estilo o estrategia visual, por ejemplo el dibujo estilo manga o anime, sin embargo es una apreciación incorrecta en vista de que una referencia a cierto estilo no lleva necesariamente implícito un trabajo de cita y estudio de estética que sí son necesarios e importantes en la creación de un fanart, elementos que además lo hacen reconocible y configuran su identidad.

Criterios a evaluar:

Técnica – Composición – Creatividad – Relación con la Temática –
Armonía – Prolijidad – Concepto de la obra – Título de la obra.

Cada criterio será evaluado con un puntaje de 1 a 10. Las obras que más puntaje obtengan sobre el total de 80 puntos, serán las ganadoras, en orden correlativo.


Información de Contacto:

martes, 22 de marzo de 2011


Siento el pasar del tiempo
siento el sueño que se apodera de mi
siento como pasa todo frente a mi tristes ojos
siento que no quiero dar un paso mas...

¿por que me miras con pena?
quiero mi paz anterior
quiero ser lo que fui antes...

No quiero avanzar, ni retroceder...
lo quiero todo, no quiero nada

Un segundo para descansar
un segundo para soñar
un segundo para observar
un segundo fuera de tiempo...




Leanne Dumbledore~
Preludio...


Primero que nada, sean todos muy bienvenidos a la inauguración del "éxtasis de la pluma mágica", más conocida como "vuelapluma". Aquí, en este erosionado e ínfimo espacio de la web se materializarán las obras literarias más liberadoras que puedas encontrar, quizá no sean de gran calidad y perfección, pero sin duda, son una fuente de relajo y de sinceridad para sus autores. ¡Bienvenidos sean todos! y... manos a la obra.

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domingo, 20 de marzo de 2011

Jugamos?




Juegos de Inocencia...
el calor de un abrazo
una palabra que arrulla
un susurro constante
un lenguaje incomprensible a los ojos
que solo se siente
que solo se huele...
un perfume magico
que se nos escurre bajo la piel
que se adentra en nuestro mas oscuro ser
que llega a tocarnos esa fibra
nos hace caer...
hasta que punto es buena la inocencia?
hasta que punto es bueno jugar?
hasta que punto debemos involucrarnos?
Juegos de nuestro inconciente
sueños de nuestro conciente
instantes hoy perturbantes
suspiros magicos
sensaciones ambiguas
un instante... una vida
un cambio... batallas...
triunfos y derrotas
penas y alegrias
un sueño... solo eso?
un deseo...
una intencion y algo mas
una interpretacion vaga de un puede ser
de un quizá será
de un ojalá nunca ocurra
un lugar donde la racionalidad no existe
donde podemos abrir nuestras alas y volar libremente
sin temer caer...
sin temer que duela...
sin temer un final...
un lugar donde podemos tomar eso que queremos
y hacerlo realidad....

Caótica~

Nombre en Proceso Asdf! (Fan Fic)



Capitulo 1: Fatiga y Cansancio

Eran las 6:31 de la mañana y el despertador de Lily Evans no dejaba de sonar. Un pequeño reloj muggle que su madre le regaló en la navidad de su primer año en Hogwarts.

- Para que no olvides nuestro mundo, cariño

Le había dicho su madre unos cuantos años atrás.

- Jamás lo olvido,  madre.

El agudo pitido que emitía podría haber despertado a toda la torre Gryffindor, pero Lily seguía soñando con castillos de caramelo, cuyas torres eran tan altas que traspasaban las nubes de algodón de azúcar. El pasto de sus jardines era de dulce menta y rodeaba a un lago enorme de chocolate.
A decir verdad era un gran sueño del que nadie querría despertar.

- Lily por amor a toda la perfección y el abdomen de Sirius Black, ¡APAGA ESE INFERNAL APARATO!

- Oh!...lo siento! – se disculpó somnolienta mientras tomaba su reloj para desconectar la alarma.

- No puedo creer que llevo cinco años soportando lo mismo todas las mañanas!

- Lo siento! – repitió Lily mientras se levantaba para ir a ducharse.

Siempre era la primera en levantarse entre sus compañeras, le gustaba tener tiempo suficiente para hacer sus cosas sin correr contra el reloj.
Adoraba las duchas del castillo; con la varita podía regular la temperatura del agua a su antojo y el jabón que los elfos domésticos recargaban a diario tenía un aroma que ni el mejor de los perfumes podría superar. La ducha matutina era un paraíso para Lily.
Cuando terminó de enjuagarse el pelo, cerró la llave del grifo, se secó, se vistió y salió rápidamente, dejando el baño con el olor a flores de su shampoo. Tomo su bolso, se hizo una larga coleta y abandonó su habitación hasta llegar a la sala común.
Remus Lupin se encontraba frente a la chimenea leyendo un libro muggle que Lily le había regalado dos años atrás para su cumpleaños.

- Buenos días, Remus – Saludó Lily desde las escaleras.

- Buenos días – respondió este alegremente volteándose a verla - ¿Dormiste bien?

- Magníficamente, tuve un sueño por el que te hubieses derretido.

- ¿Incluía chocolate?

- Ríos y ríos de chocolate – dijo Lily mientras saboreaba el sueño con los ojos cerrados.

- ¡Tú, soñando con comida en vísperas de exámenes! – exclamó Remus arrugando su larga nariz y entrecerrando los ojos – Quien iba a creerlo…

Lily le sacó la lengua con una morisqueta y puso su bolso en su hombro.

- Ya me hice una nota mental de no volver a perderme la cena por estudiar.

Remus le sonrió abiertamente y se acomodó en el sillón. Lily le tendió una mano diciendo:

- Voy al gran comedor, ¿vienes?

- Estoy esperando a Sirius, James y Peter ¿Esperas conmigo?

- ¿A Potter y Black? Paso – Respondió la pelirroja entornando los ojos y dándole la espalda a su amigo – Supongo que nos vemos allí.

Remus rió por lo bajo y Lily caminó hacia la puerta de la habitación.
No entendía como era posible que alguien como Remus fuera amigo de Sirius Black y James Potter… ¡Eran todo lo contrario!
Remus era un excelente y responsable alumno, además de prefecto; le gustaba ayudar a la gente, era educado y respetuoso con todo el mundo, incluso con quienes no lo merecían; era esforzado y humilde, quizás testarudo, pero Lily no conocía a nadie que no disfrutara conversar con él. Era evidente, también, que muchas se morían por acercársele, porque finalmente, no solo era inteligente y culto, Remus Lupin era guapo, muy guapo.
¿Cómo podía divertirse con la compañía de esos trogloditas?

Potter y Black, Black y Potter, nadie entendía como obtenían buenas calificaciones si nunca se les ha visto tomar un solo libro.

- Veras Evans, lo mío es algo natural, lo de Potter… es pura suerte.

Le respondió un día Sirius, sonriendo de forma provocadora y mostrando sus dientes caninos.

Ambos poseían un ego del tamaño del olimpo y estaban tan orgullosos de ellos mismos que, Lily estaba segura, se levantaban por las mañanas solo para exhibirse en público. Tampoco ayudaba que las babosas de sus compañeras, y el resto de las alumnas del colegio, suspiraran o se derritieran cada vez que uno u otro les sonriera o guiñara un ojo. Era patético y morboso.
Además del alto autoestima (excesivo), eran un par de abusivos que se aprovechaban del resto con bromas de mal gusto.
Lily simplemente no los soportaba.

Por otro lado, estaba Peter Petigrew, un chico bajito que admiraba y aplaudía cada cosa que James Potter hacía. Al contrario que a sus otros amigos, no recibía demasiada atención y podría decirse que era un alumno promedio. Lily sentía lástima por él; estaba segura que Petigrew podría llegar a ser un buen alumno si no perdiera el tiempo intentando ser lo suficientemente idiota como para encajar en el mundo de James y Sirius.

Lily caminaba por los viejos pasillos del castillo meditando que situación podría haber conseguido que estos tres críos, y Remus, se hubiesen hecho tan amigos, pero simplemente no lograba llegar a una respuesta.

- ¡Lily! – Alguien la llamaba desde la esquina - ¡Lily, espera!

La chica reconoció la voz al instante y optó por ignorarla y seguir caminando. Sus pasos resonaban orgullosos por las murallas del colegio y, otros menos delicados y más rápidos, la seguían.

- ¡Lily, por favor! – La tomaron desesperadamente por el codo y la hicieron voltearse.

- ¿Qué quieres, Snape? – Respondió por fin la pelirroja.

- ¿Snape? ¿Así me llamas ahora?

- Es tu apellido, ¿no? ¿Cómo quieres que te llame?

- Como siempre lo has hecho… Sev – murmuró el chico, sonrojándose.

- Así solía llamar a mi mejor amigo, al de antes, a ti no te reconozco, eres un extraño.

- Sabes que sigo siendo el mismo, Lily ¡Mírame!, soy yo, por favor…

Snape la miró fijamente por unos segundos, sus ojos negros y brillantes le rogaban sin consuelo; eran tristes, pero tenían esperanza escondida y Lily simplemente cedió.

- ¿Qué quieres Sev…? – preguntó resignada, nunca se le había dado bien enojarse por mucho tiempo con quienes quería, era frustrante.

- Que me perdones Lily, dame otra oportunidad – Le rogó el muchacho.

- ¿Otra oportunidad? ¡Sev! Te he dado cientos de oportunidades ¡Cientos! Y aún así continuas humillándome.

- ¡Ya te dije que lo sentía!

- ¡Me lo has repetidos muchas veces! Y por tres años te he perdonado – Decía Lily con lágrimas en los ojos – ¡Pero ya me cansé!

- ¿Por qué no puedes perdonarme una vez más? Lils, por favor, olvida lo que pasó.

- ¿Qué olvide? ¡Sev, lo único que hice fue tratar de ayudarte! Defenderte de Potter y Black ¡Y tú me lo agradeciste tratándome de sangre sucia ante todos!

- Y luego te esperé durante horas fuera de la habitación común de Gryffindor para disculparme.

- Si, y yo te dije que no… lo siento Sev, es mi última palabra.

Diciendo esto, Lily se volteó y dejó a Snape plantado y derrumbado. Estaba harta de dar oportunidades y siempre salir herida por ello.
En un principio Severus Snape y ella fueron grandes amigos, los mejores, pero con el tiempo él fue cambiando ¿Cosas del destino?...quizás. La situación empeoró y desde finales de segundo curso Severus se volvió cruel y ofensivo; claro, no era algo constante, pero no dejaba de ser doloroso. Lily lo atribuyó al trato que recibía Snape por parte de Potter y Black, pero no era así… Severus se había vuelto frío y cruel, seguidor de las artes oscuras.
Lily pasó dos años y medio negándose a si misma aquello, y solo había conseguido profundas heridas, desilusiones y reproches contra si misma por haber cedido y soportado tanto. Quizás aun quedaba algo de bondad dentro de él, pero ella no seguiría tratando de encontrarla.

Llegó al gran comedor con un humor de perros, la discusión le había quitado el apetito y todos los ánimos que tenía. Eso no era bueno, aún tenía que seguir estudiando para los TIMOS venideros y no lo podía hacer en ese estado. Comenzó a repasar mentalmente toda la materia de Historia de la Magia que había estudiado el día anterior. Era una buena forma de sacarse de la cabeza a Snape.

- Mmm…es extraño – pronunció una voz nasal tras ella – Esta mañana poseías un hambre incontrolable, capaz de atacar tu subconsciente, usualmente impenetrable en periodos de exámenes, y hacerte soñar con ríos de chocolate y ¿Con que me encuentro? – Remus exageró la pregunta melodramáticamente - ¡No has probado ni un solo bocado! ¿Qué ha sucedido? – preguntó mientras se sentaba a su lado.

- Nada importante – Respondió Lily con una suave sonrisa.

Remus enarcó una ceja, dándole a entender que no le creía ni una palabra. La pelirroja rodó los ojos, suspiró y se dispuso a contarle. A Remus nunca se le escapaba nada.

- Es solo que cuando venía hacia aquí…

- ¡SAL CON MIGO EVANS!

Lily saltó de su asiento y derramó todo su jugo de calabaza sobre las tostadas.

- ¡Por Merlín santo Potter! ¿¡No sabes saludar como la gente normal!?

- Es la emoción que causas en mi Lily – James le sonreía mientras se sentaba frene a ella para desayunar.

- Ten claro que la “emoción” – dijo Lily recalcando la última palabra – no es mutua.

Al lado de James y frente a Remus se sentó Sirius y junto a él, Peter.

- Y que dices Lily, ¿vas a salir con migo?

- Evans para ti Potter, y ¡NO!

- ¿Quieres dejar de chillar, Evans? – murmuró Sirius mirándola con los ojos enrojecidos, ojeras bastante marcadas y cara muy pálida.

- ¿Y a ti que te pasa?

- Resaca – sentenció Peter

Lily enarcó una ceja hacia Remus.
La única forma de obtener una resaca un día miércoles, era infiltrando alcohol a Hogwarts o escapándose del castillo; Situaciones que no pueden ocurrir, menos aún cuando compartes habitación con un prefecto.
Lupin miró a otro lado.

- No puedo creer, Remus, que les permitas hacer cosas como esas ¡Y en periodos de exámenes!

A quien engañaba, Lily sabía perfectamente que Remus no sabía decirle que no a sus amigos y menos a Sirius, que podía llegar a ser muy persuasivo.

- ¿Cómo rayos logran escaparse o infiltrar cosas en el castillo?

- Por arte de magia, Evans – respondió Sirius con tono pícaro.

- ¡Te lo digo si aceptas ser mi novia, Lily! – exclamó James.

- ¡Ni de broma Potter! – Saltó Sirius, apuntándolo - ¡Primero te corto la lengua y lleno tus calzones de polvo alérgico!

- Tu guarda silencio y preocúpate de tu resaca, Canuto.

- ¡Lunáticoooo! – Lloriqueo Sirius – ¡Jimmy está blasfemando contra las promesas merodeadoras!

Remus y James lo ignoraron, el primero continuó tomando su desayuno y leyendo El Profeta, el segundo no apartaba su mirada de Lily.

Peter palmeó la espalda de Sirius.

- Son un par de traidores – Aulló este – Lunático y Cornamenta ya no son dignos del nombre Merodeador, solo quedamos tu y yo Colagusano.

- Haremos un buen equipo, Canuto – afirmo Peter.

- Y… ¿Qué dices Lily? – Preguntó James haciendo caso omiso de sus dos amigos - ¿Aceptas ser mi novia?

- Digo que tenemos clases de pociones y ya es tarde – Respondió esta, parándose de su asiento – y que eres insoportable, te veo luego Remus.

- Te acompaño – le respondió Lupin.

- Volverás con el rabo entre las patas Lunático! – Gritó Sirius – Te acepto de vuelta, Cornamenta, solo porque Peter es muy feo.

- eh! – exclamó ofendido el aludido.

Caminaron en silencio hasta salir del gran comedor.

- Simplemente no los soporto, y no entiendo como tu lo haces – murmuró Lily.

- Son más nobles de lo que te puedes llegar a imaginar, Lily.

- ¿Estamos hablando de Potter y Black, no? ¿Los mismos que torturan a Severus Snape por diversión?

Remus lo medito por un segundo.

- Vale, Punto a favor para Lily Evans – Rió

- Muchas gracias.

Siguieron caminando en silencio durante otro tramo del pasillo. Remus era una de las pocas personas con las que Lily se sentía en completa paz y armonía. Tenía esa esencia tan especial que se sentía a gusto a su lado, en silencio o conversando. Remus Lupin era la personificación de la calma y la tranquilidad.

- ¿Me vas a decir que te pasó cuando ibas camino al gran comedor? No probaste nada de tu desayuno.

- Lo habría hecho, si no hubiese derramado mi jugo de calabaza sobre él, por culpa de Potter – refunfuñó Lily.

Remus solo asintió y siguió caminando a la espera de una verdadera respuesta por parte de Lily.

- Si quieres, podemos hablar de otra cosa, Lils.

La pelirroja sonrió y negó con la cabeza. El tiempo le había enseñado que no era sano guardarse las cosas dentro.

- Me topé con Sev en el pasillo y comenzamos a hablar, me pidió perdón como siempre y me negué; supongo que esta fue la última oportunidad que me pide – dijo amargamente.

- ¿Te sientes bien con la decisión que tomaste?

Lily bajó la mirada.

- Por una parte, si. Ya no volveré a desilusionarme de él, corté de raíz la situación. Pero por otra parte… Sev fue muy importante para mí, Remus… será una herida difícil de cerrar.

Se sentaron juntos en la mazmorra a la espera del resto de los estudiantes y del profesor Slughorn.
Conversaron de los profesores y de literatura, muggle y mágica, música y teatro, deberes y demáses, hasta que el salón estuvo atestado de alumnos.

Hicieron una poción bastante simple que Lily había aprendido a hacer hace mucho tiempo.
Cuando estaba de vacaciones en casa, y no tenía nada que hacer, le gustaba leer sus ejemplares de pociones, era una materia que se le daba muy fácil y le gustaba bastante.
Después de las constantes adulaciones por parte del profesor y unos cuantos puntos extras para Gryffindor, salieron directo a clases de Defensa contra las artes oscuras. Subieron escaleras y recorrieron más y más pasillos.

- Lily, te ves pálida, no has comido nada desde el almuerzo de ayer.

- Tranquilo Remus, tú siempre te preocupas demasiado.

- O tú exageras, no cenaste por estudiar y lo más probable es que no hayas dormido más de tres horas, ¿o me equivoco?

Una de las cosas que más odiaba de Remus era que casi nunca se equivocaba, con énfasis en el “casi”.
Lily no acostumbraba a sentirse como una niña ante otra persona, menos una de su misma edad. Siempre fue la “madura” dentro de su entorno, pero era imposible no sentirse pequeña junto a él.
Remus Lupin, demasiado alto, con una expresión casi tan severa como la de McGonagall en momentos de seriedad. Siempre sabe que decir, siempre con la palabra final, amable, pero directo… resultaba frustrante intentar discutir con él. Aunque tiene sus momentos de debilidad. Su seriedad siempre se ve alterada por los cabezotas de sus amigos.
Chicos… Lily jamás los entendería.

- Quizás haya dormido poco, pero vale la pena por una buena calificación, Remus, y no me lo discutas porque no estoy de ánimo.

Remus rodó los ojos y siguió caminando. Lily era cabezota y él lo sabía. Cuando algo se le metía en la cabeza no había quien se lo pudiera sacar.

Cuando Lily entró a la sala de Defensa Contra las Artes Oscuras notó que los bancos y mesas no estaban en su lugar habitual, habían sido dispuestos pegados a la pared y algunos flotaban en el techo dejando libre el centro del lugar.

En una esquina, apoyado en la pared, se encontraba Snape, quién se enderezó rápidamente al verla entrar e hizo ademanes de querer acercársele, pero frenó en seco cuando vio que tras ella entraba Lupin. Severus lo miró con odio, Remus lo saludó educadamente y siguió su camino. Lily, amargamente, lo ignoró y siguió caminando tras su amigo.

La profesora Galatea Merrythought apuró a los alumnos para que entraran a la sala y cerró las puertas del lugar con una sonrisa llena de emoción que no podía controlar.

- Muy bien – dijo hablando con calma – como ustedes ya sabrán… estamos muy próximos al TIMO de DCAO, que será en unos cuantos días más.

La mayoría de los alumnos gimieron desesperados, unos cuantos resignados y otros no le dieron importancia. (Sirius y James, por supuesto)
Era completamente injusto que el par de Trolls tarados mentales e inmaduros, incapaces de pensar en alguien más que ellos mismos y sus sombras, sacasen altas calificaciones sin el menor esfuerzo.

- Lily, ¿quieres calmarte y dejar de fulminar a James con la mirada? – le susurró Remus al oído.

La profesora hizo parar el murmullo y prosiguió.

- Hoy será nuestra última clase práctica, por lo que en parejas aplicaran todo lo aprendido en sus cinco años de educación.

Automáticamente la sala se llenó de ruido y las parejas se formaron en pocos minutos. Snape volvió a buscar la mirada de Lily, ella volvió a ignorarlo.

- ¡Alto ahí, Potter y Black! – Gritó la profesora – que no se les ocurra ser pareja en mi clase, no después de lo que hicieron con la ropa interior del señor Laudcliff.

El aludido, un alumno de Slytherin, enrojecido hasta las orejas.
Todos recordaban como Guthrie Laudcliff corría despavorido por la sala siendo perseguido por sus calzoncillos que cambiaban de color en tonos lilas y rosas. Ni siquiera Lily pudo reprimir una carcajada y, como no, Potter y Black fueron castigados  y obligados a limpiar los útiles de aseo de Filch por tres semanas.

- James, por favor, júntese con la señorita Evans.

¿Perdón? ¿Había escuchado mal? ¿Por qué a ella?

Este, sin lugar a dudas, sería catalogado como el peor día de la historia para Lily Evans, quien estaba considerando la opción de arrojarse al lago del castillo y vivir con el calamar gigante por el resto de su vida AMEN.
Para James, en cambio, el día comenzaba a alumbrarse con esperanza. ¡Pareja con Lily Evans! Simplemente el destino los quería juntos.

Hacía un tiempo atrás; cuatro años, nueve meses y diez días, para ser exactos; James Potter subió por primera vez a un tren escarlata que le prometía el comienzo de una nueva aventura, llena de travesuras por cometer, peligros que afrontar e historias que forjar, estaba tan emocionado que no se quedaba quieto. Subió al tren impaciente por irse, se cambió de vagón cientos de veces, llegando al punto de no volver a encontrar ninguno vacío.
Se sentaba, se paraba, caminaba, de aquí para allá, de allá para acá y el condenado reloj no avanzaba. Cuando se decidió por quedarse en un vagón caminó por el pasillo con todas sus maletas hasta el final del tren. Abrió la última puerta y se topó con un niño de pelo negro y ojos grises que conversaba con otro de estatura alta y uniforme raído.

- ¿Les molesta si me siento con ustedes? – Preguntó James, un poco cansado después de llevar sus maletas de un lado a otro.

- mmm… supongo que no – murmuró el más alto.

- Depende – Soltó el otro, mirándolo con desconfianza – ¿Eres un cabeza hueca lame botas embobado por Slytherin?

A James le agradó al instante.

- ¡Por supuesto que no! – Exclamó orgulloso – James Potter, futuro Gryffindor – dijo estirando la mano.

- Black, Sirius Black – le respondió el chico de pelo negro estrechándosela.

- Remus Lupin, encantado – saludó el más alto.

Se sentaron a conversar, James no dejaba de moverse en su asiento, miraba continuamente por la ventana, faltaban diez minutos para que el tren partiera y aún quedaba gente afuera. Madres abrazando a sus hijos, niños llorando, amigos reencontrándose, otros conversando, en total… haciendo cualquier idiotez MENOS subir al tren.
James estaba exasperado con los niños que no se separaban de sus madres. ¡Cielo santo, las verán en navidad!
¿Es que nadie se daba cuenta del viaje que estaban por emprender? ¡Un castillo gigante lleno de lugares por explorar! ¡CON UN BOSQUE PROHIBIDO! Y sin madres ni padres para regañarte, era el paraíso y nadie parecía notarlo.

Y fue entonces cuando la vio. Colorina, de ojos verdes, con una mirada curiosa y emocionada. Caminaba exuberante de felicidad, mirando por doquier, apuntando y riendo, diciendo “¡Mira mamá! ¡Una lechuza!” poniendo su boca en “o”, con labios rosados y tiernos.
Si James Potter quería que el tiempo avanzara rápido, ahora rogaba para que sucediera lo contrario.
Su padre una vez le había dicho que cuando vio por primera vez a su madre, el mundo se detuvo y entendió que su destino era estar con ella. James escupió con asco su tarta de cereza y aseguró que nunca se fijaría en una “Niñita chillona”, sería soltero para siempre y un jugador de Quidditch profesional.
En ese momento, James Potter tiró su juramento a la basura y lo reemplazó por la promesa de conquistar a esa niña, como fuera.
Con once años había decidido su futuro y nadie se lo cambiaría.

- Señor Lupin, favor ubicarse al lado de Black – siguió diciendo la profesora.

Lily vio como Remus caminaba hacia Sirius, y James se movía hacia ella, con una sonrisa tan llena de dicha, que un payaso se vería deprimente a su lado.

- Profesora, mejor trabajo sola – dijo Lily algo desesperada

La profesora la miró extrañada.

- Señorita Evans, todos deben tener pareja, el Señor Lupin es el único capaz de controlar a Black y usted como prefecta puede controlar a Potter.

- Puedo trabajar con Peter Pettigrew, él no tiene pareja – sugirió Lily, no dejaba de ser un merodeador, pero lo prefería antes que a James, quien tenía una ridícula obsesión con ella.

James y el aludido se miraron automáticamente, ambos sorprendidos.

- Señorita, yo la necesito a usted – chilló Peter – Evans es una gran alumna, pero necesito la enseñanza de un experto para pasar mis TIMOs, usted es la única capacitada para ayudarme.

Lily vio como James asentía lentamente hacia Peter y este le guiñaba un ojo.

- Por supuesto, señor Pettigrew – respondió la profesora sin ver los gestos de los dos alumnos – estoy segura que la señorita Evans también entiende – continuó mirándola de forma severa – Ahora ubíquense frente a frente, a tres metros de distancia entre cada uno.

Lily suspiró frustrada y se dispuso en su lugar. Escuchó atenta las instrucciones dadas en la clase e ignoró a James y su incontrolable buen humor, junto con los absurdos comentarios de Sirius, tales como “¡Estas a un paso de la boda, cornamenta!” ó “No puedes negar, Evans, que Jimmy tiene un lindo trasero”; si no fuera porque Remus puso esa mirada que solo él puede poner, y se la dirigió a Sirius con un “suficiente, Canuto” quizás Lily hubiese tenido que soportarlo toda la clase.

La tarea consistía en ganar un duelo aplicando todos los hechizos ofensivos y defensivos aprendidos desde el primer año en Hogwarts, situación que resultó bastante sencilla gracias a que James se negaba a atacarla.
Lily decidió terminar rápido.

- Como una bandita – pensó – entre más rápido la tires, más corta la tortura.

Y así fue, al cabo de quince minutos Lily había logrado aturdir a James. Podría haber sido en menos, pero debía admitir que Potter sabía defenderse, esquivó muchos de sus ataques con facilidad y nunca utilizó un hechizo ofensivo.

- Felicitaciones, señorita Evans – Aplaudió la profesora deleitada – usted está totalmente capacitada para pasar sus TIMOs con un “Extraordinario”

Lily le sonrió agradecida.

- Pero usted, señor Potter, me extraña…

James alzó la mano para interrumpirla.

- Nadie ataca a Lily Evans, profesora, no si yo puedo impedirlo – Le sonrió a la pelirroja y esta solo rodó los ojos.

James Potter era tonto, tonto de remate y nadie podía negarlo.

- Como sea, espero que su rendimiento en los TIMOs no flaquee, señor – Advirtió la profesora dándoles la espalda por un momento.

Tomó una gran pila de libros que se encontraba en su escritorio.

- Ahora necesito que me hagan un favor – continuó diciendo mientras ponía los escritos en los brazos de James y Lily – Lleven estos donde Madame Prince en mi nombre, lo haría yo misma, pero el señor Pettigrew necesita mas ayuda de la que pensaba.

Lily tomó su pila de libros y se volteó para marcharse a la biblioteca sin esperar a James, quien la alcanzó unos pocos centímetros fuera de la clase, y dejando atrás la mirada atenta de Severus Snape.

- ¿Por qué tanto apuro Lily? – Preguntó el chico, marchando a su lado.

- Evans para ti, Potter – Respondió ella acelerando el paso, lo último que quería era tener que seguir soportando a James Potter durante todo el camino.

- ¡Hey, hey, hey Evans! – Le gritó James – No es necesario ir tan rápido, la biblioteca no se va a mover del lugar en donde está.

El día parecía eterno ¡Y estaba recién comenzando! Ni siquiera había llegado a la hora del almuerzo y su cuerpo le rogaba por la cena, comer e ir a dormir. No era normal estar tan cansada a esa hora del día. Sentía el cuerpo cortado, su cabeza le dolía demasiado y, para sumarle negatividad a todo, James Potter estaba a su lado con esa sonrisa idiota llena de confianza y esa mirada brillante que pone cuando esta seguro de conseguir algo.
No es que ella le prestara demasiada atención a las miradas de James como para clasificarlas según cualidades, pero había momentos en los que Remus y ella no tenían nada más que hacer, por lo que observaban las idioteces que hacían los otros tres merodeadores y apostaban cual sería el castigo otorgado. Comúnmente Remus ganaba, como siempre, pero las veces que ella lo hacía era gracias a ser una gran observadora.

En fin, la situación por la que pasaba Lily mientras caminaba a la biblioteca era la siguiente:

1.- Su cabeza le dolía de manera horrible, en el peor sentido que “Horrible” podría significar.
2.- Sus piernas eran de jalea, completa e inexplicablemente inestables.
3.- De un momento a otro, los libros que llevaba en sus brazos comenzaron a pesar quinientas toneladas… cada uno.
4.- Su vista se había vuelto borrosa, lo que empeoraba la situación numero uno.
5.- A pesar de tener a Potter realmente cerca, más de lo necesario, lo escuchaba a kilómetros de distancia, diciendo algo como “Lily, mírame ¿Qué te sucede?”.

Si la pelirroja hubiese tenido fuerzas le habría respondido algo como “Me siento peor que una babosa rodeada de sal, Potter,  y debe ser porque estas muy cerca” ó “Suelta mi cara y mi espalda si valoras la idea de mantener tus manos pegadas a tus brazos”, pero estaba cansada y mareada, y solo quería recostarse a esperar que todo se le pasara. Esa era una idea gloriosa y sus piernas parecían creer lo mismo, porque cedieron sin problemas, se doblaron sin más. Lily sabía que quizás el golpe al caer sería doloroso, pero al diablo con eso, de todas maneras no podría sentirse peor.

El golpe nunca llegó y simplemente todo se volvió negro.

Cuando abrió los ojos, se encontró a si misma acostada en una camilla que parecía ser de la enfermería. Era extraño para ella estar ahí como paciente cuando, usualmente, solo venía como visitante.
Remus siempre se enfermaba, tanto así, que estaba segura que el colchón de la camilla que continuamente utilizaba ya se había amoldado a la forma de su cuerpo.
Era impresionante verlo enfermo todos los meses, ¡no era normal! Lily siempre entraba a la enfermería con una expresión que decía “¿Y ahora que tienes?”, Remus solo sonreía y encogía los hombros diciendo “Resfriado” ó “Gripe”.
Con el paso del tiempo, Lily, ya se había acostumbrado a ese semblante enfermizo, pero siempre le desconcertaba verlo en una camilla, pálido, cansado y con esas cicatrices, que sabrá Merlín como se las hizo, marcadas, rojas… dolorosas.
Solía acompañarlo en la enfermería por unos minutos hasta que aparecían esos tres tumores andantes que no se despegaban de Remus. Sirius, James y Peter, por supuesto.
Le resultaba incómodo quedarse en ese ambiente enfermizamente masculino, además del hecho que los tres sujetos en cuestión le desagradaban, se sentía como una intrusa dentro de un mundo lleno de secretos que jamás le serían revelados, una intimidad que jamás compartiría.

Y ahora, ella se encontraba ahí, quizás cuanto tiempo habría dormido.
Miró por la ventana hacia fuera, ya estaba muy oscuro ¿Qué hora sería? ¿Habría venido Sev a verla? Rápidamente quitó ese pensamiento de su mente, había decidido sacar a Snape de su vida, y cumpliría.

De pronto, una mano tapó su boca, el corazón le subió hasta la garganta y no dejaba de latir de manera acelerada. Se armó de valor y se volteó a ver quien estaba con ella.
Unos ojos chocolate la miraban atentamente. James Potter, despeinado y sonriente, con la mano aún tapándole la boca, le rogaba silencio.

- ¿Cuál es tu problema? ¿Qué tienes en la cabeza, Potter? ¡Casi me matas del susto, idiota!

Lily respiraba agitadamente, su corazón aún no se calmaba y sus manos no dejaban de tiritar.

- Shhh! – Le decía James desesperado, volteándose a ver la habitación de Madame Pomfrey.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – Gesticuló ella sin emitir sonido.

- Cuidarte, me tenías bastante preocupado – Susurró el chico como respuesta.

- Pues no es necesario, estaba bien sin tu cuidado hasta que casi me matas de un paro cardiaco.

- Lo siento – Se disculpó James.

- Como sea – dijo Lily - ¿Cómo entraste aquí sin que nadie te viera?

- He estado aquí todo el día.

- ¿Qué? ¿Madame Pomfrey no te mandó a clases?

- Mmm… ella no sabía que yo estaba aquí.

- No te sigo, Potter.

- Verás, la enfermera no nos dejaba entrar a visitarte…

- Nos?

- A Remus y a mí… Cuando te traje a la enfermería, me topé con McGonagall en el camino, quién fue a avisarle a la profesora Merrythought que te habías desmayado – James relataba la historia por medio de susurros y gesticulando con las manos – Cuando te dejé aquí, corrí a buscar los libros, que habían quedado tirados, y los llevé a la biblioteca; en el camino de vuelta me encontré con Remus y nos vinimos juntos, pero Madame Pomfrey nos dijo que tenías que descansar y que tenías prohibidas las visitas, así que corrí a mi habitación para sacar mi capa de invisibilidad y volví…

- Espera – Lo interrumpió Lily - ¿A buscar tu…qué?

James cerró los ojos y se golpeó la cara con la palma de la mano, maldiciéndose a si mismo.

- ¿Potter? – Lily lo incitó a continuar.

- No le digas a Sirius que te lo dije – Rogaba el chico.

- ¡Por Merlín santo, Tienes una capa de invisibilidad!

- Es una especie de reliquia familiar, ha pasado de generación en generación – Le contó James, desanimado.

- ¿Dumbledore sabe que la tienes?

- ¡por supuesto que no! ¿Me crees idiota?

- ¿La verdad?

- Como sea – El chico la ignoró – Lo que pasó fue que me quedé aquí toda la tarde con la capa, y me la saqué cuando despertaste.

- Y me provocaste taquicardias.

- Si, algo así – James le sonrió.

Lily lo ignoró por un par de minutos, miró por la ventana y comenzó a contar las estrellas que se asomaban.

- En que piensas?

- En un montón de cosas que no te incumben.

- Ya – Asintió James, que se mantuvo en silencio un rato más.

¿Por qué seguía él ahí? Ya era incomodo hablar a esa hora y solos en la enfermería, pero en silencio era aun peor.

- Así es como se escapan de Hogwarts, ¿Verdad?

- ¿Que? – Lily parecía haberlo tomado por sorpresa.

- Con tu capa… se escapan sin ser vistos.

- Ah… Ayuda un poco, pero sirve más para hacer cosas dentro del castillo – James le sonrió con picardía – Robarle comida a los elfos, por ejemplo.

Lily puso los ojos en blanco, simplemente era imposible que Potter le agradara. Im.po.si.ble.

- El infierno esta lleno de gente como tu, ¿sabías?

James soltó una carcajada.

- Nop, el infierno está lleno de gente como Sirius, que usa la capa para otro tipo de cosas.

El chico le seguía sonriendo y lo peor de todo era que lucía guapo, el muy idiota.

- Dumbledore se tiene que enterar de esto.

- ¡Oh, por favor, Lily! No lo arruines

- Evans, Potter, E.VANS – le deletreó.

- Lily, Evans, futura señora Potter, como quieras.

- Prefiero Evans, gracias – Ironizó la pelirroja – Con respecto a tu capa… como prefecta le debo informar a McGonagall.

- ¿Realmente vas a delatarme? Te convertirías en una delatora y… el infierno esta lleno de ellos.

Maldito guapo idiota.

- Pensé que el infierno estaba lleno de pervertidos como Sirius.

- El infierno es un lugar muy grande, los pervertidos y los delatores van en salas diferentes.

- ¿Y a donde van los engreídos con capas invisibles secretas?

- Depende a donde se vayan las delatoras; si son absueltas, compartirán una nube con el delatado, si no, compartirán una celda con el mismo. El engreído con la capa secreta siempre gana.

No se podía negar que James tenía encanto.

- En fin, Lily, no me puedes delatar por dos grandes razones.

- ¿Y cuales serían esas?

- Una: Porque no quieres compartir una celda ni una nube con migo. Y dos: Porque si me delatas a mi, delatas a Remus.

Lily apretó los labios e hizo una mueca. Era cierto, Remus también pagaría las consecuencias de las boberías de los tres críos que llamaba amigos.

- Lo dejaré pasar por esta vez, Potter.

- ¿Te puedo preguntar algo?

- Es un país libre.

- ¿Por qué no comiste ni dormiste como la gente normal? La enfermera me dijo que te habías desmayado por cansancio y ¿Fatiga?

- Porque habemos algunos, Potter, que debemos estudiar para obtener buenas calificaciones.

- Tonterías, tu no necesitas estudiar, eres la alumna mas avanzada de la clase.

- ¿Y por qué crees que es eso?

- ¿Por qué eres talentosa?

- No, porque me esfuerzo, estudio y recibo mi recompensa.

- Pero Lily, hoy sobrepasaste los límites, nunca te habías saltado comidas solo por estudiar.

- Nunca habíamos estado en periodos de TIMOs.

- ¿Por qué les das tanta importancia? Es evidente que te irá bien con o sin estudio.

- Potter, los TIMOs definen tu futura carrera, si quiero sobrevivir con un trabajo decente, debo esforzarme más que el resto para obtenerlo.

- ¿Más que el resto?

- Soy una sangre impura, mis oportunidades en el mundo mágico son escasas.

- Tonterías.

- ¿Tonterías?

- Mi padre trabaja con mucha gente de sangre mestiza en el ministerio.

- Abre los ojos, Potter. Los tiempos están cambiando, hay alguien ahí fuera que esta aterrorizando a todo el mundo mágico, y está en contra de la gente como yo.

- Él no logrará nada, la mayoría de la comunidad mágica acepta a los hijos de muggles.

- Sabes que no es cierto – Lily recordó como Snape la había humillado ante todos en los jardines de Hogwarts.

Nunca le había importado aquellos que la insultaban por ser hija de Muggles, pero no negaba el terror que sentía a que aquella discriminación injusta pudiese crecer mas de lo que esperaba.

- No tienes porque preocuparte, Lily.

- Si, si tengo, Potter – Comenzó a hablar mas fuerte, los susurros ya habían quedado en el pasado – Comenzará una guerra allí fuera, los bandos se están formando de manera silenciosa.

- Entonces lucharemos – James le sonrió – Sabes que nuestro bando es fuerte, tenemos a Dumbledore de nuestro lado.

- No te tomes esto a la ligera.

- No lo hago, Lily, quizás existan aquellos que crean que la pureza de la sangre importa, pero no olvides que también existimos muchos que pensamos lo contrario. Si una guerra empieza, no estarás sola enfrentándola.

Lily miró hacia el techo, no era agradable confesarle sus miedos a alguien en quien no confiaba, ahora se sentía vulnerable. Ni siquiera Remus sabía sobre aquello. Realmente tenía miedo.

¿Cuánto se extendería esta guerra? ¿Saldrían sus padres afectados? Había momentos en los que deseaba desaparecer, desaparecer y no tener que seguir angustiándose por situaciones como esa.

- No dejaré que nada te pase, Lily – James interrumpió sus pensamientos – Nadie lastimará a mi futura esposa. – La pelirroja rodó los ojos.

- ¿Continuas con esa ridícula idea?

- No tiene nada de ridícula, es un hecho.

- ¿No te ha quedado claro que jamás pasara algo entre nosotros? ¡Te lo he repetido un montón de veces! Estoy segura que “No Potter” es la frase que más he repetido desde que llegué a Hogwarts.

- ¿Es que no te das cuenta Lily? Con eso solo me impulsas a seguir intentándolo.

- Estás loco.

- Quizás, o tal vez solo soy un Gryffindor testarudo…

Lily suspiró cansada, era imposible tratar de razonar con alguien como él. Enviar de vacaciones en un crucero Gay a un montón de Elfos Domésticos resultaría más simple que eso.

- Solo digo que no soy de los que se rinden Lily – Continuó James después de ver como esta rodaba los ojos, era la cuarta vez que lo hacia durante el día, y le encantaba – Busca en tus libros de Historia de la Magia y te darás cuenta que los mas grandiosos hombres de aquellas historias son los que lograron lo que todos creían imposible, los que jamás se dieron por vencidos.

- No te olvides, James, que también existieron quienes lucharon con la misma disposición y fracasaron en el intento. Solo quedaron con las esperanzas rotas, el orgullo herido y aceptando que estaban equivocados.

El chico solo le sonrió.

- Se que no estoy equivocado Lils, porque hemos avanzado y hay señales que me lo indican.

- ¿Y cuales serían?

- Hoy hablamos sin problemas durante un tiempo considerable – James se paró del asiento sacando su capa de invisibilidad y tapándose con ella hasta el cuello – Y, por primera vez, acabas de llamarme por mi nombre – Dicho esto desaparecido por completo.

- ¡Eso no significa nada! – Gritó Lily al vacío.

- Es hora de dormir, debes descansar – Respondió la voz de James desde la puerta de la enfermería, riéndose.

Lily se arropó fastidiada. No significaba nada el hecho de haberlo llamado por su nombre. Potter veía señales donde no existía nada.

- ¡NADA! – se repitió a si misma, hasta que se durmió.


Roxanne Delacour

Desde Aquel Viaje Llamado Muerte~ (Fan Fic)



Summary: Viñetas. Porque aunque nadie podía oírlos ni parparlos, ellos sentían, desde allá, desde ese otro gran paso de la existencia llamado muerte, y aunque Harry no lo supiera, Lily y James habían vivido cada momento de su vida junto a él.

1 de Septiembre de 1991.

Ella está recostada sobre la nieve, recordando con nostalgia aquellos momentos en que solía leer un libro para pasar los ratos libres, mientras a su alrededor un molestoso cuarteto solía alborotar la tarde lanzándose bolas de nieve entre ellos.

La nueva vida no es tan mala, definitivamente no, pueden ir a donde quiera que deseen, pueden hacer lo que se les venga en gana, basta sólo con pensarlo, no se separa ni un solo momento de su esposo, amigo y amante, es más, si no fuese porque falta el alborotador cuarteto, su vida sería perfecta. Porque aunque nadie lo crea, ellos también pueden sentir, y extrañaban a sus amigos como nunca lo habían hecho. Les dolía ver que uno se encontraba encerrado entre celdas y mares, reodeado de oscuras criaturas que le absorvian la felicidad y los buenos recuerdos; les dolía ver qué quien debería estar en su lugar se encontraba durmiendo plácidamente entre los ropajes de un tierno niño, y aún más les dolía ver cómo el tercer miembro de tan peculiar grupo se encontraba encerrado en su propia casa, sin un trabajo, ni una real vida, marginado por la sociedad.

De pronto ella deja de lado sus pensamientos para observar a quién eligió para estar eternamente a su lado. La resplandeciente luz que invade el lugar le ciega casi completamente, a pesar de lo cual logra distinguir la figura delgada y de mediana estatura del hombre que camina de un lado hacia otro, impaciente.

De pronto, el hombre rompe el silencio.

– ¿te lo imaginas, Lil? –Dijo el hombre con una amplia sonrisa en sus labios– Hoy es el gran día, al fin estará entre los nuestros, el mundo lo admirará, cada niño querrá ser como él. Estoy tan orgulloso –concluye eufóricamente.

A pesar de la ternura que le invade a la pelirroja de oír hablar así a James, no puede evitar rodar los ojos en forma un tanto exasperada.

– Él no es arrogante como tú, Potter. No querrá que "el mundo" lo admire.

Cómo no tiene nada que decir ante aquellas palabras, James Potter calla y sigue caminando. Sabe que su hijo no es arrogante (aunque en su opinión él tampoco lo es), sabe que luego de la sorpresa por ser el centro de atención, Harry odiará ser observado continuamente, porque en ese aspecto de su vida, su hijo es igual a Lilian Evans, la mujer que eligió para pasar sus días y que ahora, en la muerte, le acompaña.

A medida que se acerca la hora, la nieve se va derritiendo para dar paso a un piso igualmente blanco y resplandeciente, pero más sólido. Los pilares de la estación ya comienzan a elevarse como también comienza a vislumbrarse el humo que envuelve el lugar.

James recuerda los primeros pasos en esta nueva etapa de su existencia. Al principio había sido difícil comprender dónde se encontraba, y más aún cuando vio aparecer de la nada a su esposa, segundos después de su "despertar". Luego, y transcurridos sólo unos breves segundos, la sensación de miedo le embargó y se encontró en una habitación que reconoció como la de su pequeño bebé. "¡Harry!" había gritado en esa ocasión, pero al ver que su hijo ni el atacante se inmutaban en lo más mínimo comprendió todo.

Fue más fácil aceptarlo gracias al sentimiento de felicidad que le embargó cuando observó que su hijo había sobrevivido. Desde aquel momento lo había observado en cada paso de su vida, al igual que Lily.

– Ya es el momento. –señaló ella al escuchar a lo lejos el ruido de un carrito deslizándose por el suelo.

James y Lily de pronto se encontraron en la estación de King Cross, justo en frente de Harry, quien entraba acompañado de los Dursley y cargado con un gran baúl y una blanca lechuza enjaulada.

– ¡Mejor que no lo hayas acompañado, viejo gordo, le habrías puesto en vergüenza! –exclamó James al ver como su cuñado abandonaba a Harry a la entrada de la estación, y tras golpearse un puño contra la otra mano para descargar su enojo (como hacía cada vez que tenía que observar a la fastidiosa hermana de Lily junto a su aún más fastidiosa familia), apoyó su palma derecha sobre el hombre de Harry.– Adelante hijo, no sabes lo bueno que te espera.

Como obedeciendo a un extraño impulso, Harry decidió empujar su carrito y buscar el andén nueve y tres cuartos.

– Está tan grande, James –señaló la pelirroja a su lado– No puedo creer que ya entrará a Hogwarts ¿en qué casa crees que quede?.

– Eso no se pregunta, Lil. Obviamente quedará en Gryffindor. ¿en que otra casa podría quedar siendo hijo del gryffindor más apuesto y talentoso y de la gryffindor más hermosa e inteligente que hayan pisado Hogwarts?. Harry será un gran mago, como todo un Potter que es.

Lily no quiso añadir nada, sabía que su hijo podía ser un gran mago en cualquiera de las casas que estuviera, pero esa era una discución perdida con el terco y orgulloso de su marido.

– ¡Mira! ¡Mira! –gritaba James, dando pequeños saltitos– se juntará con un pelirrojo. ¡Ves que sigue la tradición de la familia Potter!.

– Tú no tenías amigos pelirrojos, Potter –recalcó su mujer– ¿o acaso no recuerdas como nos llevábamos en Hogwarts?.

– Nahh…nos llevábamos a la perfección. A mi me encantaba como te ponías cuando te enfadabas y no puedes negar que tu adorabas gritarme y mandonearme delante de todos.

Ella sonríe, si que adoraba gritarle.

Una punzada en el estómago le indica que algo le ha ocurrido a su hijo, y vuelve a prestarle atención. Los pensamientos del chico le llegan como un lejano y rítmico sonido. "Mamá". Harry ha estado observando a Molly Weasley despedir a sus hijos, y se da cuenta del sentimiento de abandono que le embarga en aquellos momentos. Se posiciona a su lado, mientras James les mira con los ojos brillantes desde el otro, y alzando una mano le revuelve el cabello y le roza la mejilla, en una caricia que él no puede sentir, pero que sin embargo logra alejar el sentimiento de abandono experimentado.

El tren ya se está marchando de la estación, y ambos deciden no continuar en él, pues a veces piensan que están invadiendo la privacidad de su hijo, aunque éste no se entere. Si algo malo le pasara, la fuerte punzada en el corazón les indicaría que es momento de ir a velar por su seguridad. De modo que comienzan a caminar mientras el piso vuelve a ser nieve, y todo se transforma en el paisaje favorito de Lily, pues con sólo pensarlo pueden estar dónde quieran y cómo quieran. Sin embargo, son ellos los que no se enteran de que su hijo desearía tenerlos en cada momento a su lado, mientras Harry ignora que cada vez que los ha extrañado o necesitado, ambos vuelven a su lado para apoyar una mano en su hombro, o revolverle el cabello cariñosamente.

Horas más tarde, un grito saca de la calma en la que suele encontrarse Lily Potter. "¡Si, lo sabía! ¡Así se hace campeón! ¡Serás el mejor y más valiente Gryffindor que haya conocido Hogwarts!". El pecho de su marido está inflado de orgullo, y se siente feliz de haberse enamorado de él, en aquellos ya lejanos tiempos en qué no sabía, pero si sospechaba, que su amor traspasaría las fronteras de la muerte.

~Ivenus.Valens~